Se estima que una persona se enamora profundamente unas tres veces a lo largo de su vida. Yo creo que me he enamorado cuatro veces, o más bien, de cuatro formas diferentes hasta ahora. El amor del que hablo, en mi caso, es hacia una persona del otro sexo. En este texto, no entraré en el amor propio ni en el amor hacia mis hij@s, ya que eso se merece otro post.
Hoy quiero ponerme romántica, melancólica. Reflexionar sobre esa química que nos sacude el cuerpo y nos transforma, nos incita a hacer locuras. Nos nubla la razón y solo escucha a la voz de la pasión.
Ayer vi la película La última carta de amor. Una película repetitiva en su trama, un poco empalagosa en su final, pero bonita en general. Me hizo pensar que el amor nunca llega a tu vida en el momento adecuado, pero acostumbra a quedarse sin permiso.
De un día para otro conoces a alguien que no conocías ayer. Se prende una chispa dentro de ti que ansía crecer a toda costa. Ese encuentro nunca está planeado, pactado, no le hiciste hueco en tu agenda. Diría que de diez parejas, solo dos se encontraron en momentos vitales de su vida, en los que justo les cuadraba enamorarse.
Por esa misma razón, muchas veces queremos apagar esas llamas. ¡Malas noticias! No se puede. Y tal vez esa no opción es lo que más me gusta del amor, eres tú en tu esencia propia. No puedes decidir, no puedes dictar lo que a ti te parecería mejor. El amor pasa y te toca vivirlo, sí o sí.
Mis cuatro amores tienen nombre y apellido. Puede que ellos sepan quiénes son, pero también puede que no. La verdad es que no importa, porque a través de mis cuatro definiciones, quiero que tú cuentes los tuyos. Me encantaría saber si hay alguno más importante que aún no haya vivido... ¡Déjamelo en los comentarios!
El primer amor. Llega con mucha incertidumbre e ilusión. No sabes nada. No sabes besar, ni cómo quieres que te besen. No sabes si le quieres o simplemente te lo pasas bien con él. Es todo raro, y pausado. Definirá tus amores posteriores aunque tú no lo sepas. Es la base con la que pondrás tus límites más íntimos. La primera vez que presentarás una pareja tuya en sociedad, harás el amor, te romperán el corazón. Descubrirás emociones que no sentías antes. Sin duda, es especial.
El amor secreto. Aquel amor que viene a recordarte quién eres en realidad. El que te salva de la indecisión. El que te despierta, porque parece que te quedaste dormida en los sueños de otros. Es un amor que da vergüenza, da pereza, da miedo. Pero en el fondo está muy conectado a ti y viene a buscarte. Viene a decirte que necesitas algo. Es apasionado, excitante, doloroso y peligroso.
El amor imposible. Es ese amor que no va a poder ser. El que aterrizó en mal momento. Es un amor que tiene un futuro prometedor, porque si te arriesgas, sabes que irás a muerte. Es una intuición con alguien que, cuando te mira, ve lo mismo que tú. Los motivos ajenos y la cobardía dejarán la chispa al mismo nivel de potencia en el corazón, pero en este caso, la mente va por separado. Es poderosa, jugará con tus sentimientos todo el rato. Montará películas convenciéndote de saber qué es lo que pasará, sin que haya pasado nada en realidad. Puede que nunca se acabe o puede que el tiempo lo etiquete y lo archive. Difícil de cerrar lo que nunca se empezó.
El amor de tu vida. Es ese amor que te hace sentir completa. Que cumple todas tus expectativas e incluso más. Que te hace ubicarte en el lugar y el momento correcto, donde siempre habías querido estar. El que te enseña qué es aquello que estabas buscando. Encaja todas las piezas de tu puzle. No será perfecto, pero sí que se acerca a lo que tú necesitas a la perfección. Es un amor en el que se puede madurar, trabajar, se puede atesorar. Te sientes seguro, en casa. Dura mucho, tal vez toda una vida.
Yo tuve la suerte de encontrarme estos destinos por mis viajes. No creo que se hayan terminado ya. Evolucionaré, evolucionarán. Me pregunto qué pasará con el amor a partir de los cuarenta, cuando tu vida es estable, enfocada en la familia, en los amigos, en ti mismo. No tengo ni idea.
Esto es lo que me enseñó el amor en los últimos años. Aprendí a relativizar la lealtad hacia los demás y ser más leal a mí misma. A no juzgar a nadie por sus decisiones ni por sus cambios de rumbo. A ser empática conmigo misma. A Reírme de los hechos, de los errores y de los aciertos. Me sentí orgullosa cada vez que supe poner las cartas sobre la mesa.
Hay personas que no necesitan mil amores, que no buscan pareja o que se quedaron con el primero y lo llevaron de la mano por cada parada. Como dije antes, no es una elección, es tu viaje.
Creo que estar sincronizada contigo y con otra persona a través del amor es la mejor sensación de paz y armonía del mundo.A mí, estar enamorada me da vida. Me gusta querer y ser querida, obsesionarme, pensar, divagar, ilusionarme y, en general, hacerme la tonta de vez en cuando. Me divierte la montaña rusa de emociones.
Corazones, abrocharos el cinturón: seguimos el camino.
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4 LOVES (English version)
It is estimated that a person falls deeply in love about three times in their life.I believe I have fallen in love four times—or rather, in four different ways—so far. The love I’m talking about, in my case, is toward someone of the opposite sex. In this text, I won’t delve into self-love or the love I feel for my children, as that deserves its own post.
Today, I want to get romantic, melancholic. To reflect on that chemistry that shakes our body, transforms us, and pushes us to do crazy things. It clouds our reason and listens only to the voice of passion.
Yesterday, I watched the movie The Last Letter from Your Lover. A film with a repetitive plot, a somewhat saccharine ending, but beautiful overall. It made me think about how love never enters your life at the right moment but tends to stay without permission.
One day, you meet someone you didn’t know yesterday. A spark ignites inside you, eager to grow at all costs. That encounter is never planned, scheduled, or penciled into your agenda. I’d say that out of ten couples, only two met at the right time in their lives, just when they were ready to fall in love.
For that very reason, we often want to extinguish those flames. Bad news: you can’t. And maybe that lack of control is what I love most about love—it’s you, in your purest essence. You can’t decide, can’t dictate what you think might be best. Love happens, and you have to live it, no matter what.
My four loves have names and surnames. Maybe they know who they are, or maybe they don’t. The truth is, it doesn’t matter because through my four definitions, I want you to count yours. I’d love to know if there’s one more important love I haven’t yet experienced... Let me know in the comments!
The First Love It arrives with much uncertainty and excitement. You know nothing. You don’t know how to kiss or how you want to be kissed. You don’t know if you love them or if you just have fun with them. Everything feels strange and slow. This love will define your future loves, even if you don’t realize it. It’s the foundation upon which you’ll set your most intimate boundaries. The first time you’ll introduce a partner to the world, make love, have your heart broken. You’ll discover emotions you’ve never felt before. Without a doubt, it’s special.
The Secret Love This is the love that reminds you who you really are. The one that saves you from indecision. The one that wakes you up because it feels like you’ve been lost in someone else’s dreams. It’s a love that brings shame, laziness, and fear. But deep down, it’s deeply connected to you and comes looking for you. It’s here to tell you that you need something. It’s passionate, exciting, painful, and dangerous.
The Impossible Love This is the love that can never be. The one that came at the wrong time. It’s a love with a promising future because, if you take the risk, you know you’d give it your all. It’s an intuition with someone who, when they look at you, sees the same thing you do. External circumstances and cowardice will leave the spark burning bright in your heart, but in this case, your mind moves separately. It’s powerful and will toy with your feelings constantly. It creates scenarios, convincing you of what might happen, even though nothing has actually happened. It may never fade, or time may label and archive it. It’s hard to close what never truly began.
The Love of Your Life This is the love that makes you feel complete. The one that fulfills all your expectations and then some. It places you in the right place at the right time, where you’ve always wanted to be. It shows you what you’ve been searching for. It fits all the pieces of your puzzle together. It won’t be perfect, but it will come close to what you need. It’s a love where you can mature, work, and treasure. You feel safe, at home. It lasts a long time—maybe a lifetime.
I’ve been lucky to encounter these destinations on my journey. I don’t believe it’s all over yet. I’ll evolve, and so will they. I wonder what will happen to love after forty when life becomes stable, focused on family, friends, and oneself. I have no idea.
This is what love has taught me in recent years. I’ve learned to put loyalty to myself above loyalty to others. To not judge anyone for their decisions or changes in direction. To be empathetic with myself. To laugh at events, mistakes, and successes. I’ve felt proud every time I laid my cards on the table.
There are people who don’t need countless loves, who don’t seek a partner, or who stayed with their first love and walked hand in hand through every stop along the way. As I said before, it’s not a choice; it’s your journey.
I believe being synchronized with yourself and another person through love is the greatest sensation of peace and harmony in the world. For me, being in love gives me life. I enjoy loving and being loved, obsessing, thinking, daydreaming, getting excited, and, frankly, playing the fool from time to time. The emotional roller coaster amuses me.
Hearts, fasten your seatbelts: the journey continues.
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